Dedicado a todas las mujeres que han caído en
sus garras. Algunas no sobrevivieron. Otras tuvieron más suerte. Pudieron salir
del caos y aunque malheridas, siguen con sus vidas. Pero nunca volverán a ser
las mismas. Ahora son más fuertes.
Lobos. Lobos bien vestidos y también bien parecidos. Lobos
ataviados con piel de caballero, disfrazados de corderos.
Lobos que atisban el gallinero y agazapados acechan rebaños
para elegir la mejor pieza. Lobos que sonríen con muecas e inician un baile de
seducción que terminará en tragedia. Lobos que esperan el momento propicio para
asaltar a su presa y devorarle cuerpo y alma a dentelladas. Lobos con ojos de
hombre que miran como una bestia.
Lobos con el aura ennegrecida, llenos de ira y rencor, de
complejos y frustraciones. Lobos ávidos de sangre y dolor. Lobos que reinan
sobre el sufrimiento y el temor.
Lobos que marcan su territorio, pisan las flores y orinan en
la ternura. Lobos que violan la inocencia y convierten las nubes en meros
trapos hechos jirones. Lobos que arrastran al infierno, que atrincheran, que
asfixian, que rugen de furia.
Lobos que enloquecen con la luna llena.
Lobos que salivan ante una sonrisa. Lobos que tras
las puertas de lo que se supone un hogar seguro ejercen su violencia y física y psicológica dejando campos
áridos y yermos a su paso.
Lobos que nublan sentidos, destrozan sueños y truncan
ilusiones. Lobos que usan su lengua y sus colmillos como finos cuchillos que
atraviesan más allá de la piel hasta minar el alma. Lobos caníbales que anulan
y se recrean imponiendo su ley, que disfrutan torturando y despellejando a sus
víctimas hasta dejarlas desprovistas de
su ser.
Lobos que acosan y persiguen sin descanso, que agarrotan y
paralizan con sus zarpas. Lobos que te quieren en la sombra y la soledad, que
se hacen dueños de tu voluntad y de tu vida. Lobos que hieren y ajan tu
espíritu hasta doblegarlo y hacerlo pedazos, que derraman ira, que sudan odio,
que vomitan insultos y reproches.
Lobos sin entrañas.De todas las edades y condición social. Lobos pobres y
lobos ricos. Lobos de distinto pelo pero idéntica maldad. Blancos y negros,
grises y pardos, pero con los mismos ojos y las mismas fauces.
Lobos que lejos
de estar en peligro de extinción se extienden a lo largo y ancho del mundo,
sembrando a su paso la crueldad, dejando cuerpos inertes y almas desgarradas.
Lobos
a los que hay que poner coto, a los que hay que dar caza. Lobos a los que hay
que desenmascarar, a los que hay que perseguir, a los que hay que enjaular para
que ya no puedan seguir mordiendo almas y matando esperanzas y futuro.
Lobos
a los que hay que denunciar, que deben ser enfrentados por la sociedad, por las
leyes más contundentes y por sus víctimas. Puestos en la picota del delito y la
vergüenza. Lobos con los que hay que tener tolerancia 0 y que hay que desterrar
de una vez y para siempre.
Todos
los días deben ser 25 de noviembre para luchar contra la violencia hacia la
mujer.
Porque
como dice Bebe en su canción, no se daña
a quien se quiere, no.
Eso no es Amor.
ANA GAMERO