martes, 3 de marzo de 2015

LOBOS






Dedicado a todas las mujeres que han caído en sus garras. Algunas no sobrevivieron. Otras tuvieron más suerte. Pudieron salir del caos y aunque malheridas, siguen con sus vidas. Pero nunca volverán a ser las mismas. Ahora son más fuertes.

Lobos. Lobos bien vestidos y también bien parecidos. Lobos ataviados con piel de caballero, disfrazados de corderos.

Lobos que atisban el gallinero y agazapados acechan rebaños para elegir la mejor pieza. Lobos que sonríen con muecas e inician un baile de seducción que terminará en tragedia. Lobos que esperan el momento propicio para asaltar a su presa y devorarle cuerpo y alma a dentelladas. Lobos con ojos de hombre que miran como una bestia.

Lobos con el aura ennegrecida, llenos de ira y rencor, de complejos y frustraciones. Lobos ávidos de sangre y dolor. Lobos que reinan sobre el sufrimiento y el temor.

Lobos que marcan su territorio, pisan las flores y orinan en la ternura. Lobos que violan la inocencia y convierten las nubes en meros trapos hechos jirones. Lobos que arrastran al infierno, que atrincheran, que asfixian, que rugen de furia. 

Lobos que enloquecen con la luna llena.

Lobos que aíslan y gruñen para atemorizar a sus víctimas y acorralarlas en un círculo vicioso del que les sea muy difícil salir. Lobos impávidos y agrestes frente a sus crías. 

Lobos que salivan ante una sonrisa. Lobos que tras las puertas de lo que se supone un hogar seguro ejercen  su violencia y física y psicológica dejando campos áridos y yermos a su paso.

Lobos que nublan sentidos, destrozan sueños y truncan ilusiones. Lobos que usan su lengua y sus colmillos como finos cuchillos que atraviesan más allá de la piel hasta minar el alma. Lobos caníbales que anulan y se recrean imponiendo su ley, que disfrutan torturando y despellejando a sus víctimas  hasta dejarlas desprovistas de su ser.

Lobos que presumen de vida, cuando se alimentan de la esencia de otros. Lobos que carecen de empatía, que beben del miedo. Lobos que no respetan sexo ni edad, que rezan y se dan golpes de pecho pero que enarbolan su poder empequeñeciendo a los demás. Lobos que ahogan lágrimas con su aullido cruel, que se sienten amos y poderosos ante la manada, que retan a cualquiera que les haga sombra, que destrozan sin piedad a quien ose cuestionar su autoridad.

Lobos que acosan y persiguen sin descanso, que agarrotan y paralizan con sus zarpas. Lobos que te quieren en la sombra y la soledad, que se hacen dueños de tu voluntad y de tu vida. Lobos que hieren y ajan tu espíritu hasta doblegarlo y hacerlo pedazos, que derraman ira, que sudan odio, que vomitan insultos y reproches. 

Lobos sin entrañas.De todas las edades y condición social. Lobos pobres y lobos ricos. Lobos de distinto pelo pero idéntica maldad. Blancos y negros, grises y pardos, pero con los mismos ojos y las mismas fauces. 

Lobos que lejos de estar en peligro de extinción se extienden a lo largo y ancho del mundo, sembrando a su paso la crueldad, dejando cuerpos inertes y almas desgarradas.

Lobos a los que hay que poner coto, a los que hay que dar caza. Lobos a los que hay que desenmascarar, a los que hay que perseguir, a los que hay que enjaular para que ya no puedan seguir mordiendo almas y matando esperanzas y futuro.

Lobos a los que hay que denunciar, que deben ser enfrentados por la sociedad, por las leyes más contundentes y por sus víctimas. Puestos en la picota del delito y la vergüenza. Lobos con los que hay que tener tolerancia 0 y que hay que desterrar de una vez y para siempre.

Todos los días deben ser 25 de noviembre para luchar contra la violencia hacia la mujer.


Porque como dice Bebe en su canción, no se daña a quien se quiere, no.
Eso no es Amor.                                                           
                                                                                                                
                                                                                    ANA GAMERO