domingo, 6 de mayo de 2012

Mamá




Hoy soy la voz de millones de corazones que laten más fuerte al pronunciar la palabra “Mamá”. La pluma para expresar un sinfín de sentimientos, todos ellos relacionados con el Amor, con el Amor más puro, limpio y desinteresado que pueda existir.

Hoy quiero ser solo Hija para poder gritar a los cuatro vientos cuánto te quiero, cuánta falta me haces, cómo aprendo de tí cada día y cuánto te admiro. Porque como muchas mujeres de tu tiempo, fuiste hija sumisa y obediente y luego madre abnegada, entregada y fiel. Ahora eres abuela y sigues dando todo tu ser en la tarea de hacer felices a esos niños que te adoran y que se pirran por estar junto a tí.

Hoy quiero que tú y todas las madres del mundo seáis las protagonistas de esta historia, una historia que comienza aún sin haber nacido, porque ya aman sin conocer, sin saber si todo vendrá bien. Sólo aman, esperan, sueñan con su bebé. Y cuando el milagro de la vida se hace presente, ya nada vuelve a ser lo mismo. El Yo desaparece para dar paso a un Tú. Y a partir de ese momento ya solo serás tú y tú y tú y solamente tú. Noches en duermevela, vigilia ante la fiebre, preocupación constante y mirada transparente y vigilante para que nada nos pase, que ni el viento nos roce.

Mamá estuvo siempre ahí, para vivir con nosotros nuestros primeros pasos en la vida, para disfrutar el camino de la infancia, para acompañarnos en la adolescencia y compartir la madurez. Mamá es feliz si somos felices, llora cuando lloramos y se disgusta si nos enfadamos. Ella es la sombra perenne que vela nuestro sueño porque siempre seremos su pequeño tesoro, su trocito de cielo, su ángel, su amor, su niño, su vida, su bien.

Y aunque a veces seamos crueles sin quererlo, irresponsables en nuestros actos y pasotas a la hora de pensar en Mamá, Ella siempre estará ahí, sin un reproche, sin rencor, sin dureza. Seguirá viendo en nosotros a esos niños que siempre seremos para ellas. Continuará esperando ese beso que alguna que otra vez le hemos negado. Buscará la forma de ayudarnos sin esperar nada a cambio y encontrará la manera de hacerte sentirte bien.

Porque para ser Mamá hay que estar hecha de una pasta especial. Se requiere contar con altas dosis de amor para regalar. Tener disponibilidad absoluta. Saber de medicina , cocina, psicología. Estar sin esperar. Sufrir sin llorar. Llorar de felicidad. Soñar en tercera persona. Vivir para y por los demás.

Lástima que no nos demos cuenta de lo grande que es ese amor de madre hasta que nosotros mismos no lo experimentemos. Eh ahí el misterio de la vida. Has de sentir ese pellizco en las entrañas que se produce cuando abrazas a tu hijo para que sepas cuanto te quieren a ti. Has de pasar las noches en vela pendiente de tu criatura para caer en la cuenta de cuánto han sacrificado por ti. Debes experimentar el miedo de que le pase algo malo a tu niño para que entiendas la preocupación que se adueñaba de Ella cuando llegabas tarde o no aparecías hasta bien entrada la mañana.

El Día de la Madre adquiere entonces un sentido especial, encuentra su razón de ser y te hace recapacitar y pensar en la maravillosa madre que tienes y en la enorme suerte de tenerla contigo y sobre todo, te incita a disfrutarla cada día, a mimarla a cada momento, a quererla más, a respetarla como a nadie. Ella es Mamá y como bien dice el refrán: “Madre no hay más que una”.

Mi niña me ha regalado por el Día de la Madre una postal donde reza: “ El día que yo nací, Dios me regaló un angelito que guiará mis pasos todos los días. Ese angelito se llama Ana y es mi mamá”.  La historia vuelve a empezar.
                                               

                                                                               Te quiero mamá.

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