Ya está aquí la Navidad y con ella, un cúmulo de buenos deseos para estas fechas. Y es que durante estos días un sentimiento fraternal nos embarga y el espíritu navideño nos invade y llena nuestros corazones de alegría, tolerancia y bondad.
Cómo ya sé que no es posible que este estado de generosidad navideña nos dure todo el año, quiero abogar por exprimir todo el jugo a estas fiestas.
Así, propongo esforzarnos en ser mejores personas de lo que normalmente ya somos con acciones fáciles de realizar y muy muy satisfactorias.
Por ejemplo, ceder el paso al coche que se quiere incorporar a nuestro carril, ayudar a la señora que va cargada de bolsas o simplemente ser más tolerantes con los errores ajenos.
Olvidemos nuestras diferencias con amigos, primos o vecinos y pensemos en el otro; pongámonos en su lugar y seguro que no vemos las cosas tan blancas o tan negras.
Instalemos una sonrisa en nuestros corazones, una sonrisa que saldrá al exterior y se instalará en nuestro rostro y nos provocará una luz especial en la mirada.
Abracemos a nuestros seres queridos como si fuera la última vez. Digámosles cuánto les queremos y lo felices que nos hacen. Dediquémosles más tiempo y olvidémonos de las prisas; hablemos, juguemos, paseemos y aprovechemos cada instante para vivirlo plenamente y guardarlo en nuestra memoria.
Llamemos a ese amigo o amiga en el que pensamos pero con el que por falta de tiempo no hablamos. Busquemos un bonito mensaje para enviar vía correo o vía e-mail a nuestros seres queridos.
Brindemos por la paz en el mundo, por la erradicación de la pobreza y por la eliminación de barreras entre los seres humanos. Y después de brindar y tener un buen deseo, llamemos a alguna de las cientos de ONG que hay y hagámonos socios- porque no sólo de intenciones vive el hombre-.
Busquemos también la forma de colaborar con nuestros convecinos en las tareas diarias y seamos capaces de reconocer que nos hemos equivocado cuando así haya sido.
Encontremos la forma de ser más felices y de hacer felices a los que nos rodean. Ahí radica el espíritu de la Navidad, un halo de emoción que nos hace sentirnos mejores personas, irradiar optimismo y compartir con familia y amigos momentos de confraternidad.
Es tiempo de celebrar, tiempo de alejar de nosotros la polémica y los sinsabores de la vida diaria. Son fechas para pensar en lo verdaderamente importante de la vida y tener esperanza en un futuro mejor para nosotros y para las generaciones venideras.
Es hora de reflexionar sobre qué mañana queremos para esta sociedad nuestra y hacernos parte activa de ese cambio que se nos brinda de manera gratuita para lograr el milagro de la Navidad.
ANA GAMERO.
Ana, un mensaje lleno de vibración positiva, lleno de ti. Ahora bien prefiero irradiar todo eso a lo largo de todo el año, son muchas cosas para tan pocos días. Acabas de dar la clave para ser felices. Me ha encantado que no hables de regalos, comilonas y gastos innecesarios. Este años es muy difícil para muchas familias así que a tu lista le vamos a sumar el transmitirles que no es necesario tanto derroche material.
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