Un buen día, Gisela llegó del colegio con una pregunta.
Estaba en la edad de plantear cuestiones por doquier y su madre casi siempre
salía victoriosa de los interrogatorios. Pero hoy Gisela la esperaba con todo
un reto.

La cogió de
la mano y la llevó consigo hasta el mullido sofá. Le indicó que se sentara y la
invitó a abrazar un cojín.
-Un vínculo es una conexión, le dijo mientras le acariciaba la
cabecita. –Un vínculo es lo que tú y yo tenemos, Gisela, porque entre nosotras
existe amor, respeto, cariño, complicidad y comprensión. Todo eso da lugar a un
vínculo, o lo que es lo mismo, una sucesión de sentimientos y emociones entre
las personas que hace que estas permanezcan siempre unidas.
Gisela intentaba entender, pero el concepto se le escapaba.
Su madre volvió a intentarlo.
-Desde el momento en el que supe que estaba embarazada de ti,
entre nosotras se creó un vínculo, igual que el cordón umbilical al que
permanecimos unidas durante 9 meses. Ese vínculo es tan fuerte que ya nunca se
rompe, a pesar del tiempo y la distancia. A pesar de las discusiones que
podamos tener o del carácter de cada una. El vínculo es mágico e irrompible.
-Y eso sólo lo tenemos tú y yo, mami?-preguntó Gisela
boquiabierta.
-No, hija, el vínculo no es sólo nuestro, sino de todas
aquellas personas que abren su corazón a los demás. Es como un lazo invisible
que nos une a través del amor, la amistad, el afecto, el compañerismo, la
familia y que nos hace sentirnos especiales con la persona con la que lo
compartimos.

Una mirada cómplice, unas risas con las amigas, un abrazo sin
motivo aparente, una pasión compartida o aficiones en común.
Todas esas
pequeñas cosas hacen que creemos vínculos con el mundo y nos sintamos parte de
algo y cercanos a alguien.
Gisela parecía absorta en sus pensamientos, absorbiendo las
palabras de su madre, digiriéndolas, reflexionando sobre ellas, porque, a pesar
de su corta edad, aquella era una niña especialmente madura, serena y
sensitiva.
-Ya nunca se me olvidará lo que es un vínculo, mamá- dijo al
poco rato. Porque me lo has explicado tú y porque ahora sé que esto que yo sentía
ahora tiene nombre.
- Recuérdalo siempre, mi amor, porque de ello dependerá en
gran parte tu felicidad. De establecer vínculos afectivos con las personas que
te rodean. Sonreir ante las pequeñas cosas, hacer un guiño a la vida y regalar
momentos mágicos a los demás. Y así atesorarás vínculos y experiencias
increíbles que te harán una gran persona.
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