Las cosas se han puesto demasiado feas para muchos españolitos de a pie. La situación en nuestro país está adquiriendo tintes dramáticos y lo peor de todo es que somos nosotros, los ciudadanos, los que tendremos que asumir las consecuencias de la crisis y sobretodo, sufragarla.
Serán tiempos difíciles, de contención del gasto y de rascarse el bolsillo. Tiempos de ahorro y de recortes pero también tiempo de solidaridad, de camaradería y de arrimar el hombro para, entre todos, llevar este barco a buen puerto.

En su discurso inaugural habló de la necesidad de que los ciudadanos fueran más activos y pronunció una de las frases más famosas y lapidarias: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti; pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”. Y ahora que las cosas van mal, creo que todos deberíamos reflexionar sobre qué podemos hacer cada uno de nosotros para mejorar la situación.
También solicitó Kennedy a las demás naciones del mundo que lucharan en conjunto contra lo que él llamo el “enemigo común del hombre: la tiranía, la pobreza, las enfermedades y la guerra misma”. Yo añadiría la crisis y el mensaje sería completa y absolutamente actual a pesar de haber sido leído hace 51 años.
Ha pasado más de medio siglo y las necesidades del hombre siguen siendo las mismas, las más vitales y esenciales y sin las cuales el resto de comodidades son sólo eso, simples adornos.
Es hora de dejar de quejarnos y de empezar a hacer algo en vez de esperar a que nos lo den todo hecho. Es momento de dejar de lamentarnos y de ver la paja en el ojo ajeno, es hora de dejar criticar y ponernos manos a la obra para, en la medida de nuestras posibilidades, contribuir a levantar este país. Ha llegado la hora de remangarnos, mirar en la misma dirección y empujar este carro que se llama España y que es de todos.
Porque aunque todos tengamos nuestros derechos, también tenemos nuestras obligaciones. No podemos esperar de brazos cruzados a que escampe y mientras pretender que papá Estado nos solucione la papeleta. Bien es cierto que debe estar ahí para atendernos cual hijo en apuros pero también es verdad que hemos de responder a sus cuidados con responsabilidad, trabajo y visión global.
Se acabó eso de cobrar el paro y hacer chapús a deshoras o utilizar las recetas del abuelo para ahorrarnos la farmacia o fingir una discapacidad desmedida para cobrar las ayudas de la Ley de la Dependencia. Porque aunque seamos un país donde reina la picaresca, tal y como demostrara Cervantes y quede magistralmente demostrado en `El Lazarillo de Tormes´, al final los excesos los pagamos todos y no engañamos a papá Estado, nos engañamos a nosotros mismos.
Si todos remamos en la misma dirección, lograremos salir adelante, juntos. Y si Kennedy levantara la cabeza nos diría: Adelante, podéis hacerlo, porque sois un gran país, con gente valiente, con iniciativa, con imaginación y coraje. Gente preparada, con capacidad de superación, ilusión y fe en un futuro mejor.
ANA GAMERO.
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