Hoy soy la voz de millones
de corazones que laten más fuerte al pronunciar la palabra “Mamá”. La pluma
para expresar un sinfín de sentimientos, todos ellos relacionados con el Amor,
con el Amor más puro, limpio y desinteresado que pueda existir.
Hoy quiero ser solo Hija
para poder gritar a los cuatro vientos cuánto te quiero, cuánta falta me haces,
cómo aprendo de tí cada día y cuánto te admiro. Porque como muchas mujeres de
tu tiempo, fuiste hija sumisa y obediente y luego madre abnegada, entregada y
fiel. Ahora eres abuela y sigues dando todo tu ser en la tarea de hacer felices
a esos niños que te adoran y que se pirran por estar junto a tí.
Hoy quiero que tú y todas
las madres del mundo seáis las protagonistas de esta historia, una historia que
comienza aún sin haber nacido, porque ya aman sin conocer, sin saber si todo
vendrá bien. Sólo aman, esperan, sueñan con su bebé. Y cuando el milagro de la
vida se hace presente, ya nada vuelve a ser lo mismo. El Yo desaparece para dar
paso a un Tú. Y a partir de ese momento ya solo serás tú y tú y tú y solamente
tú. Noches en duermevela, vigilia ante la fiebre, preocupación constante y
mirada transparente y vigilante para que nada nos pase, que ni el viento nos
roce.
Mamá estuvo siempre ahí,
para vivir con nosotros nuestros primeros pasos en la vida, para disfrutar el
camino de la infancia, para acompañarnos en la adolescencia y compartir la
madurez. Mamá es feliz si somos felices, llora cuando lloramos y se disgusta si
nos enfadamos. Ella es la sombra perenne que vela nuestro sueño porque siempre
seremos su pequeño tesoro, su trocito de cielo, su ángel, su amor, su niño, su
vida, su bien.
Y aunque a veces seamos
crueles sin quererlo, irresponsables en nuestros actos y pasotas a la hora de
pensar en Mamá, Ella siempre estará ahí, sin un reproche, sin rencor, sin
dureza. Seguirá viendo en nosotros a esos niños que siempre seremos para ellas.
Continuará esperando ese beso que alguna que otra vez le hemos negado. Buscará
la forma de ayudarnos sin esperar nada a cambio y encontrará la manera de
hacerte sentirte bien.
Porque para ser Mamá hay que estar hecha de
una pasta especial. Se requiere contar con altas dosis de amor para regalar.
Tener disponibilidad absoluta. Saber de medicina , cocina, psicología. Estar
sin esperar. Sufrir sin llorar. Llorar de felicidad. Soñar en tercera persona.
Vivir para y por los demás.
Lástima que no nos demos
cuenta de lo grande que es ese amor de madre hasta que nosotros mismos no lo
experimentemos. Eh ahí el misterio de la vida. Has de sentir ese pellizco en
las entrañas que se produce cuando abrazas a tu hijo para que sepas cuanto te
quieren a ti. Has de pasar las noches en vela pendiente de tu criatura para
caer en la cuenta de cuánto han sacrificado por ti. Debes experimentar el miedo
de que le pase algo malo a tu niño para que entiendas la preocupación que se
adueñaba de Ella cuando llegabas tarde o no aparecías hasta bien entrada la
mañana.
El Día de la Madre adquiere
entonces un sentido especial, encuentra su razón de ser y te hace recapacitar y
pensar en la maravillosa madre que tienes y en la enorme suerte de tenerla
contigo y sobre todo, te incita a disfrutarla cada día, a mimarla a cada
momento, a quererla más, a respetarla como a nadie. Ella es Mamá y como bien
dice el refrán: “Madre no hay más que una”.
Mi niña me ha regalado por
el Día de la Madre una postal donde reza: “
El día que yo nací, Dios me regaló un angelito que guiará mis pasos todos los
días. Ese angelito se llama Ana y es mi mamá”. La historia vuelve a empezar.
Te quiero mamá.
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