Ya lo dijo el Ilustre
Francisco de Quevedo en uno de sus más conocidos poemas: `Poderoso Caballero es Don Dinero´. Desde
que el insigne escritor del siglo de Oro español plasmara en este poema su crítica satírica a la sociedad del siglo XVI y la reflejara en todos y cada uno de los aspectos de la vida del ser humano, ha llovido mucho. Y sin embargo, desde que el mundo es mundo, llueve. Y siempre igual para todos.
Y por más paraguas que
hayan inventado, nadie se libra de mojarse. El poder del dinero, las ansías por
amasar fortuna, la avaricia que lo origina y las nefastas consecuencias que
produce han hecho del vil metal la causa de las peores maldades imaginables.
Por dinero se han cometido asesinatos. Por
dinero se han enfrentado naciones. Por dinero se ha vilipendiado, se ha
injuriado, se ha traicionado. Por dinero se han matado recuerdos y se han
sustituido por monedas. Por dinero se han enterrado sentimientos para resucitar
rencores. Por dinero se ha enmascarado la verdad para cubrirla con la careta de
la mentira.
Por dinero se han
enfrentado familias, padres contra hijos, hermanos contra hermanos, parejas
aparentemente bien avenidas. Por dinero se ha olvidado la esencia del ser
humano y se ha optado por la materialidad, la superficialidad, la pátina dorada
bajo la cual solo existe soledad y podredumbre. Porque el dinero corrompe el
alma, aletarga los sentidos, pudre la voluntad y envenena a aquel que lo desea
tanto que al final pierde la perspectiva de la realidad para convertirse en un
cíclope con vista unidireccional que solo ve dinero y que aplasta a todo aquel
que se cruza en su camino.
Muchos de vosotros me
diréis… bla,bla,bla…el dinero es necesario. El dinero mueve al mundo. El dinero
lo puede todo… pero pensad por un momento en aquellas cosas verdaderamente
importantes. Aquellas cosas que nos hacer ser humanos y plenamente felices.
Esas no se pueden comprar con dinero.
Un amanecer que anuncia
un nuevo día, una playa desierta, el arco iris tras la lluvia, el milagro de la
vida, una mirada deseada, el abrazo sincero de un amigo, un Te quiero verdadero,
la sonrisa de un niño amado.
Todas esas
cosas son gratis y tan sencillas, tan puras, tan básicas que no nos damos
cuenta del enorme valor que tienen. El valor más importante, el que más cotiza
en el alma del ser humano, la apuesta más segura para ser feliz, el tesoro que
nos llevaremos cuando acabe nuestro ciclo de la vida.
Lástima que haya quien
elija sacar a bolsa todos estos valores para ganar en acciones monetarias que
se quedarán aquí para que otros se lo repartan.
Una verdadera lástima desperdiciar una vida pensando en el tener más que
en el ser.
Porque como suele
decirse, el dinero no da la felicidad, ni siquiera se le acerca.
ANA GAMERO
Yo creo que: El dinero no da la felicidad, solo le ofrece a su propietario la tranquilidad de que sus necesidades estaran siempre cubiertas. Ahora midamos cada uno cuales son nuestras necesidades para ser felices y sabremos cuanto dinero necesitamos para serlo. Todo lo que sobrepase ese tope sera ambicion no felicidad.
ResponderEliminarY la ambición es el peor enemigo de la felicidad, mi querido amigo, porque destruye la capacidad de vivir el momento plenamente
ResponderEliminar