Hablaba yo el otro día por teléfono con una amiga catalana y nos reíamos juntas del follón que se ha montado en torno a las intenciones de Artur Mas y su Gobierno para realizar un referéndum para la independencia de Cataluña.
Y digo nos reíamos. Y
digo bien. Porque entre los ciudadanos de a pié, aquellos que han nacido en
tierras catalanas y esos otros que un día emigraron provenientes de otras
regiones pero que han echado sus raíces allí y se sienten catalanes, esta
polémica está fuera de su cotidianidad. Alejada de sus preocupaciones diarias. En otra dimensión siempre cercana a intereses políticos y luchas de poder.
Porque querer hacer de
la defensa de un idioma y del sentirse catalán una reivindicación independentista
es algo “aberrante”. Lo inteligente, lo sensato, lo juicioso, es sumar. Nunca
restar. Conocer el idioma de tu región y el de tu país. Sentirse catalán y español.
Porque todos formamos
parte de un gran país, con historia, con cultura, con tradición. Cada cual con
su idiosincrasia, sus costumbres, su gastronomía, su bandera, sus gentes… pero
siempre sumando porque en definitiva, es el conjunto lo que cuenta y lo que a unos
les falta otros lo aportan.
Esa es la esencia de
una gran nación y España, señores, tiene todo lo que cualquier ciudadano del
mundo pudiera desear. Una Sagrada Familia única y maravillosa, un Palacio Real
majestuoso, una Giralda singular y un teatro romano emeritense espectacular.
Tiene playas salvajes al norte y cálidas al sur.
Tiene montes idílicos,
verdes y frondosos y llanuras castellanas tantas veces evocadas por Antonio
Machado. Tiene fiestas genuinas como las Fallas, la Feria, los medievales y las
tamborradas. Tiene sardanas, jotas y sevillanas. Tiene butifarras, migas, fabada,
langostinos, jamón ibérico y paella. ¿No es mejor tenerlo todo que aspirar al
ostracismo y a una disparatada independencia basada en ideales nacionalistas
que han pasado de moda y que tantos sufrimiento y barbarie han traído consigo?.
Cataluña es una gran
región. Una tierra de prosperidad y oportunidades, un ejemplo de desarrollo, de
solidaridad y acogida hacia muchos españoles que llegados de diferentes puntos
de España, sobre todo de Andalucía y Extremadura, formaron un hogar y un futuro
mejor. Porque, parafraseando a Mario Onaindía, “La patria no es el lugar
donde se nace, sino donde se es libre”.
Por qué ahora desunir,
confrontar y radicalizar posturas. Por qué espurios intereses se pretende ofrecer
una versión irreal de la historia, imponer una lengua y enfrentar a familias,
amigos, padres e hijos. Por qué no se puede tener en esta tierra el corazón
partío. Por qué unos políticos a los que todos pagamos con nuestro dinero no
trabajan a favor de la concordia, la paz social y la estabilidad de una región
en vez de sembrar rencillas y odios enfervorecidos. Son preguntas retóricas
porque supongo que ninguno de estos “defensores” de Cataluña contestará.
Sin embargo, yo tengo
fe en las personas, en los hombres y mujeres que cada día forjan la historia de
sus vidas, que se levantan cada día para ir a trabajar con la preocupación de
llevar a sus casas un futuro mejor y no tienen tiempo para pensar en ideas
peregrinas y disgregantes.
Creo en las personas,
sean catalanas, extremeñas o andaluzas, sin distinción de idioma o lugar de
nacimiento. Porque como diría H.G Wells, “Nuestra verdadera nacionalidad es la del
género humano”.
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